Sobre las 14 horas la ciudad veía como la lluvia que cayó durante la mañana, se convertía en unos grandes copos de nieve que «aterrizaban» sobre calles y viandantes que se protegían bajo sus paraguas, donde los copos se quedaban fácilmente adheridos.
Para esa hora, la temperatura de 4º era la perfecta para la nieve y el fuerte viento que se coló entre las calles a primera hora de la mañana, había cesado, permitiendo la pausada caída de los enormes copos de nieve que dejaban rápidamente huella en vehículos y paraguas de los viandantes.
El crudo invierno ha mostrado todas sus armas esta mediodía en la capital burgalesa.