Aún con las manos frías, el calor de El Plantío lo arregla todo. En un anochecer de lunes gélido, a deshora, el fortín blanquinegro se pintó precioso, casi lleno, como una caldera para mirarle a los ojos y presenciar como el Burgos frena al líder de LaLiga SmartBank en El Plantío.

Al Burgos le hacían falta precisamente eso: manos. Como las del Tizona, ofreciendo un orgulloso campeonato en los prolegómenos del encuentro.

El debut de Castel en punta de lanza o la ausencia de Curro Sánchez, con el tobillo entre algodones, eran las principales novedades de un partido que, contra pronóstico, no vistió demasiado en la primera parte. El Burgos agarró a Las Palmas desde el inicio y no le dejó menearse. Acostumbrado a combinar y acumular posesión de pelota, con futbolistas como Moleiro, Jonathan Viera o Loren Morón –casi nada–, el equipo de García-Pimienta estaba incómodo no, lo siguiente.

De hecho, el acercamiento más peligroso de los primeros 45 minutos lo firmó para el Burgos el asturiano Gaspar Campos, de vuelta al once.

Lo más destacado, quizá, el rasero del castellano-manchego Arcediano Monescillo con las faltas y las tarjetas. Le sacó dos al Burgos –Córdoba y Elgezabal– y tan solo una al equipo pío-pío –Curbelo–. Y no solo eso, es no acertó a elegir los momentos ni midió la intensidad real en algunas acciones. Así, terminó por desesperar a la parroquia burgalesa, que venía con lo ocurrido en Valencia en la retina, al paso del descanso.

Pese a las trabas, el cuadro local estaba decidido a soñar por el triunfo. Nada más salir de vestuarios, en el arranque del segundo acto, Areso porfió por una pelota casi perdida y se plantó solo ante Álvaro Vallés. El guardameta sevillano le birló con las piernas el tanto al carrilero navarro, que ya saboreaba el 1-0.

Después de la tremenda ocasión, Arcediano Monescillo perdió definitivamente las riendas del partido. Amonestó a Bermejo y a Areso, este último por un supuesto manotazo bastante menor que el codazo de Loren a Goldar que se llevó la misma sanción.

Restaba poco más de media hora de juego y el encuentro se había embarrado, así que Calero movió el banquillo. El debutante Castel, sacrificado y dispuesto en el esfuerzo, dejó su sitio a la pantera Mourad. Con la tarjeta, Bermejo también se marchó al banco. En su lugar entraba Pablo Valcarce. Precisamente, el berciano y el hispano-marroquí protagonizaron, nada más salir, dos llegadas que intimidaron sin éxito la portería canaria.

En el 68, Moleiro recogió un error en salida blanquinegra y estrelló un disparo durísimo en el poste de la meta de Churripi. Y el poste pareció espabilar al Burgos, que no dudó en aprovechar esa segunda vida que le daba el choque. En el 70, Valcarce taconeó de espuela un envío de Mumo y la bola le quedó franca a Gaspar, que elevó la bola con maestría por encima del portero para marcar el 1-0. Por desgracia, el guaje había arrancado la jugada en fuera de juego.

El tanto de Gaspar quedó invalidado. / LaLiga

Más cambios. Raúl Navarro en el medio y Artola, junto a Mou, ampliaron el abanico de juego. Las Palmas apenas era capaz de hacerle daño a un equipo blanquinegro perfectamente plantado que cada vez que llegaba lo hacía con veneno.

En el 80, Marvin se llevaba por delante a Valcarce y veía la tarjeta. En la falta, botada por el propio futbolista berciano, El Plantío pidió penalti sobre Goldar. Y en el 84, Valcarce tendría otro uno para uno que partía de fuera de juego.

El árbitro añadió 5 minutos. En el descuento, un disparo de mágico Atienza a punto estuvo de sorprender a Vallés. La bola se fue a córner, y de nuevo, el Burgos murió con Las Palmas embotellado. Valcarce tuvo otra opción que se fue al limbo. 

Empate de mérito. Se intentó todo. Y se compitió ante el mejor equipo, por el momento, de LaLiga. El Burgos, tras frena al líder en El Plantío, ya piensa en el Tartiere.

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