El esfuerzo blanquinegro quedó sin premio (1-0). Los de Julián Calero encajaron la segunda derrota consecutiva, cuarto partido sin ganar, y se alejan del play off. Lo hacen tras caer por la mínima ante un Eibar que sigue siendo la bestia negra blanquinegra: nunca los burgalesistas han vencido en Ipurúa.

Es el monte Urko el que custodia Ipurúa aunque la fama se la lleve Arrate. Igual que la portería del Burgos la custodia un ejército de blanquinegros aunque la fama se la lleve José Antonio Caro.

Aunque, en el caso del segundo, su reconocimiento está más que justificado. Y quedó patente, un día más, en el inicio del choque frente a la SD Eibar. Haciendo honor a su nombre, el equipo armero cargó insistentemente sobre la meta del arquero de La Palma del Condado durante el primer cuarto de hora de partido. Pero ocurrió que, de forma sistemática, sin importar la condición de cualesquiera que fuese la ocasión, cada manopla del onubense era mejor que la anterior.

El ejercicio de resistencia del portero blanquinegro levantó al Burgos, que mediada la primera mitad comenzó a sentirse a gusto sobre el césped de Ipurua. Artola –novedad en el once de Calero–, de taco, pudo convertir un envío de Areso en el primer tanto de la tarde. Con Elge y Atienza a la espalda, Raúl Navarro, Curro y Gaspar cocinaban jugadas a la espera de dorar el último pase. Un disparo de Gaspar pegó en Curro también estuvo cerca de confundir a Luca y colarse en la jaula eibarresa.

Once inicial de los blanquinegros en Ipurúa. / LaLiga

Sin embargo, cuando mejor estaba el bloque visitante, estirado, valiente, llegó el tanto local. Bautista se elevó más que nadie en un saque de esquina y cabeceó al fondo de las mallas (1-0).

El gol volvió a espolear al Burgos, ayudado por el aliento fiel e incansable de su gente. Y vaya que si despertó. Atienza, en el 41, se topó con una intervención milagrosa de Luca Zidane, que impidió el golazo del exfutbolista del Eibar, extramotivado en su regreso a la que fue su casa. Su esfuerzo quedó sin premio.

La segunda mitad arrancó, de nuevo, con un Burgos abonado al ataque. Areso y Fran García abrían los costados para generar superioridades.

Areso progresa por su banda. / LaLiga

Calero movió ficha: Artola y Raúl Navarro, amonestado, dejaron su sitio a Mumo y Bermejo. La entrada de la dupla de futbolistas catalanes reactivó la movilidad ofensiva del Burgos, que siguió merodeando el área azulgrana, sin éxito.

Más riesgo. Calero quitaba a Córdoba, un central, e introducía a Castel –de vuelta– y Valcarce, que afilaban la vanguardia blanquinegra en el 69. Su aparición fijó a la defensa del Eibar y empezó a embotellar al cuadro de Gaizka Garitano. Aunque sin premio, el Burgos insistió y persistió por el empate. Bermejo, Valcarce o Gaspar acumularon algunos disparos con peligro que encontraron siempre el muslo, la espalda o la espinilla de algún rival.

Sobre todo por la diestra, fueron infinitas las llegadas en las que Gaspar y Areso pudieron hacer daño.

Gaspar Campos, ante dos rivales. / LaLiga

A pesar de haber entrado de refresco, Bermejo, tocado, fue sustituido por Juan Hernández en el 85. En una internada al filo del descuento, Castel quiso dejarle la pelota a Valcarce, pero la acción haba sido anulada por fuera de juego. El Eibar, que no había pasado por el área de Churripi desde hacía un verano, empezó a matar el partido. Y el tiempo empezó a agotarse. El duelo se acabó. Insistencia y esfuerzo sin premio a un encuentro más que digno del bloque burgalesista en una de las plazas más complicadas de LaLiga SmartBank.

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