En la Residencia Universitaria Camino de Santiago de la Universidad de Burgos, una idea innovadora ha transformado la rutina de residentes y trabajadores. Desde hace tres años, Lucca y Dina, dos perras de raza labrador, acompañan a los habitantes de la residencia, dando un apoyo emocional que, según su director y dueño de Lucca y Dina, Jaime Santamaría Vega, ha generado un ambiente más positivo y relajado en el centro, además de hacer más fácil la lejanía de casa de los residentes.
Mintamer, un estudiante procedente de Alicante, reafirma esta idea de un entorno amigable y humano y asegura que «me devuelven a casa, porque me recuerdan mucho a Ares, mi perro, me dan felicidad y me parece perfecto que estén aquí».
Santamaría, amante de los animales, que actualmente se está formando como adiestrador canino y en psicología canina, explicaba que cuando llegaron a su vida y comprobó los beneficios de tener mascotas, empezó a dar vueltas a la idea de que pudieran beneficiar también a los residentes: «Me di cuenta de que esto podría convertirse en un proyecto positivo tanto para los residentes como para los trabajadores».
Desde el primer día, Lucca, que llegó con solo 3 meses, se convirtió en una presencia apreciada: «Había estudiantes que llamaban preguntando si Lucca estaba ese día, si podían pasear con ella o simplemente, acariciarla», recordaba.
Luego llego la adopción de Dina, madre de Lucca y desde entonces ambas forman parte de la vida cotidiana de la RUCS. «Vienen a trabajar conmigo casi todas las mañanas y cuando no están en el despacho se mueven con libertad por la residencia, siempre respetando zonas como el comedor o las habitaciones», aclaraba Santamaría, que explicaba que son muy cuidadosos con la normativa de seguridad e higiene y ambas están vacunadas y desparasitadas.
Lucca y Dina cumplen un papel fundamental en la residencia, no son simples animales de compañía. Para el director de la residencia son perros de apoyo emocional: «No son perros de terapia, aunque su presencia tiene un efecto terapéutico. Son más bien perros de apoyo, compañía y ocio», aclaraba.
Este impacto positivo en el bienestar emocional de los estudiantes, especialmente en aquellos que experimentan ansiedad o estrés, fue puesto de relevancia por Santamaría: «Hay residentes que se acercan a mí diciendo que se sienten nerviosos y que les gustaría pasar un rato con los perros. Después, puedo ver cómo se sienten más relajados y con una sonrisa en el rostro».
Cada una de ellas cumple un papel, Lucca (de apenas 3 años) es un cachorro más dinámico y activo, Dina (con 8), tiene un carácter más calmado y es especialmente apta para la interacción con personas que necesiten apoyo emocional.
Lo que comenzó como una pequeña aventura familiar, se ha convertido en un novedoso proyecto, pues Jaime Santamaría asegura que solo conoce un caso reciente de otra residencia que cuente con una iniciativa similar, que ha ido calando en la vida de la Residencia Universitaria con un importante impacto para las personas que conviven con Lucca y Dina. Además, espera ir avanzando para consolidar y ampliar el proyecto, «quizás evolucionando hacia un programa terapéutico, pero sin perder el espíritu familiar».